domingo, 6 de mayo de 2012



El Banco Interamericano de Desarrollo (B.I.D.) publicó un libro con el nombre Desconectados en el que se analiza la educación en América Latina entre los años 2009 y 2010, con el fin de echar luz sobre sus más hondas problemáticas y cómo estas afectan a la juventud en el momento de insertarse al mercado laboral.
Los porcentajes aportados por el B.I.D., tales como 15% de desocupación promedio entre los jóvenes con edad para cursar en la universidad y un 50% de los egresados de secundaria con empleo informal, parecen contradecir otros en apariencia altos en lo que tiene que ver con índice de alfabetización, pero luego concluye diciendo que se trata de cantidad mas no de calidad en la educación. No es sorprendente entonces si se afirma que el futuro de los jóvenes estudiantes no es el más favorable.
En procura de una solución el BID apunta al desarrollo de las capacidades socioemocionales – tales como las que le permiten al individuo desenvolverse en diferentes grupos que integren, su capacidad de liderazgo y de relación con terceros; estrategias metacognitivas o capacidad para organizarse y planificar actividades; y autoeficacia o capacidad de percibirse a sí mismo como un estudiante o trabajador eficaz – más que las cognitivas; habilidades estas que más que en la educación formal conforman una batería de capacidades que las personas aprenden en la práctica dentro y fuera de las instituciones educativas. Aún así, apunta a que en el caso de las instituciones educativas formales serían las que brindan cursos más técnicos que académicos – en el caso de Uruguay la U.T.U. – las que responden y las que favorecerían con mayor eficacia a la necesidades del mercado laboral dentro de esta realidad que atraviesa el continente.
Daniel Esmoris

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