viernes, 7 de septiembre de 2012

¿Cree que trabajar en exceso es una adicción?


    La sociedad esta bombardeada de excesos informativos sobre cientos de adicciones, en su mayoría a psicofármacos o de otras sustancias tóxicas para nuestro organismo. Por lo general, se asocia la idea de adicción a la dependencia de un producto que obtenemos en un determinado mercado, con un determinado costo y para obtener tal o cual sensación que le permita tener una experiencia.
    Sin embargo, hay una adicción mucho más cerca de usted y que posiblemente no lo haya notado. Se le premia si la aplica en sus jornadas laborales y si no lo consigue, probablemente le cueste conciliar el sueño. Se camufla por los pasillos de su oficina, corre por las planillas de cada uno de sus compañeros, y de la de usted mismo a fin de mes.
Pues bien, ¿se preguntó alguna vez si trabajar en exceso (como horas extra, o los cinco minutos que se queda luego de su jornada por una “llamada”) puede llegar a ser una adicción al trabajo?
    Para responder a esta pregunta, consultamos con un profesional, de larga trayectoria en su rubro y que fue protagonista de la adicción al trabajo. El primer punto es poder entender porque esto sucede, desde donde nace la necesidad de hacer cada vez más y más horas extras, o simplemente estar en el ambiente de trabajo.
    Luego de una charla muy amena y tendida, se comenzó a estudiar el porqué esto ocurre y cada vez más a menudo. Al comienzo de la adicción, cuando no somos conscientes de ello, aparecen las necesidades primarias, como llevar dinero al hogar. Esta situación se incrementa si partimos de una familia numerosa que se abastece de solamente ese ingreso, y frente a la etapa juvenil, es una manera de llenar las necesidades personales.
    Primero trabaja entre seis a ocho horas, pero frente a la necesidad de colmar todas las necesidades se intenta cumplir con las veinticuatro horas diarias de arduo trabajo. Y como al inicio era una necesidad, cuando era la etapa de la juventud, los años van pasando hasta la adultez, para transformarse “en un hábito”.
    Entonces, cuando no puede trabajar, no se siente completo, no se siente bien. Se enfrenta con el fin de semana, llega el sábado y por si fuera poco, el domingo. Y aunque no esté presente la necesidad  de bienes gananciales que hacer, de todas maneras se busca algo para hacer.
    Generalmente, al establecer el contrato laboral, se deja en claro cuáles son las políticas de la empresa. Como que no se trabajará el primero de año, ni el veinticinco de diciembre, el dos de noviembre o el primero de mayo. Y usted mismo se mentaliza que en verdad es así. Pero increíblemente, llegan esas fechas y surgen actividades, pequeños “trabajos” que obligan a hacer algo. Es ahí que se deja de estar frente a un trabajo, porque eso, ya es adicción al trabajo.
    “Si yo, hoy mismo me examinara, diría: trabajo de lunes a viernes, nada más, pero mis necesidades son muy distintas a las de hace 50 años atrás. Creo que pasa por ahí la cosa.”
Y como si fuera poco, existe el otro lado de la cara de la moneda: la responsabilidad del empleado frente a su empleo. En esta categoría de adictos se encuentran quienes son así, meramente por la necesidad económica. Y también están quienes lo hacen con la intención y con el carácter de que sea cada día mejor. Si se está construyendo algo, y se originan determinadas cosas por día, al día siguiente se va a buscar hacer una más, y al siguiente día otra, y al otro día otra y otra más.
    El tipo de adicción depende de cada persona, pero eso se refleja en la persona que tiene adicción al trabajo, por amor al trabajo y con responsabilidad. En cuanto al último punto mencionado, la responsabilidad puede marcar el carácter del adicto, y se visualiza entre los que no aplican esta responsabilidad porque simplemente no deben poner nada de sí para llevarlo a cabo, y los que si la aplican. Teniendo al trabajo como un buen hábito, buscando día a día mejorar.
    Amén de todas las contradicciones de ser un adicto al trabajo, es posible encontrar su parte buena. Ya que para cada persona, ser adicta a su ocupación, es una manera de estar mentalmente ocupado.
    En muchos casos, apelamos al trabajo para no poder ver los problemas que existen en la vida. Eso desde un punto de vista tanto ético como moral, está muy mal, porque la persona no está siendo responsable de su vida, no está haciendo bien las cosas. Además es necesario descansar y físicamente el organismo se prevería de mayor lucidez y rendimiento para comenzar el siguiente lunes a trabajar.
    Y en cuanto a lo malo de ser adicto al trabajo, se observa la pérdida del disfrute de tu hogar, tu esposa/o, tus hijos. Cuando se da cuenta de que ya se le pasaron los años y no puede volver a atrás. Se sienten muy mal, porque se perdieron lo mejor de la vida. Y miran para atrás pero no pueden hacer nada.
    Ante esta situación no hay nada que sea posible para revertir la situación, y es muy difícil detectarlo individualmente. Por eso, es necesario de la ayuda de los demás para darse cuenta de que hay verdaderamente un problema. La persona es tan adicta como el que es adicto a la pasta base. Lo necesita, y lo necesita y lo necesita, pero no se da cuenta.
Amanece, es domingo y se le ocurre “barrer sobre lo limpio”. La mentalidad es así: “no tengo nada para hacer, tengo que aprovecharlo en algo”. Así que, ¿es usted un adicto más al trabajo?
Por Ma Eugenia Dudok

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