viernes, 7 de septiembre de 2012

Sin compras no hay paraíso


    Pareciera que el consumismo se volvió algo normal en la sociedad en la que se vive. Los individuos del siglo veintiuno se volvieron vulnerables frente a la cultura del “comprar por comprar”.
    Existen cientos de publicidades por día que incitan al consumismo, a comprar cosas que realmente no se necesitan.  El problema se produce, cuando esa necesidad por adquirir cosas se vuelve cada vez más grande e insostenible. A la persona le es imposible controlar el impulso y a su vez esa acción luego genera un sentimiento de culpa y hasta problemas en el ámbito familiar y económico, generándose así una adicción.
    Si hablamos de adicción entonces estamos frente a una enfermedad, es decir una discapacidad involuntaria. Una adicción es el hábito que domina la voluntad de una persona. Se trata de la dependencia de una sustancia, una actividad o una relación.
    Las adicciones controlan los pensamientos y comportamientos de las personas, queriendo solo conseguir la cosa deseada. Los factores que pueden llegar a desencadenar un comportamiento de este tipo son de carácter psicológico y social. También parecen tener una incidencia notable los aspectos biológicos y genéticos del individuo. En este sentido hay varios estudios que vienen a demostrar la existencia de ciertos cambios neuroquímicos aplicables a las personas con desórdenes adictivos.
    La compra irreflexiva se convierte en una adicción cuando, la necesidad por comprar se convierte en una obsesión  por comprar cada vez más y más. La persona que presenta una personalidad adictiva al consumismo se ve atrapada en un círculo del consumo de donde no le es fácil escapar.
    La tolerancia se vuelve cero y el individuo necesita volver a comprar para sentir nuevamente esa emoción  de agrado y satisfacción producida por la compra anterior. La abstinencia y pérdida de control también juegan un papel muy importante ya que son signos vitales de este tipo de enfermedad.
    Detrás de esta acción adictiva hay una gran insatisfacción personal así como también una baja autoestima por parte de la persona. La oniomanía (palabra que proviene del griego y que significa “locura por comprar) reina en un mundo peligroso, en donde continuamente se ofrece la felicidad y el éxito a través de miles de productos, dejando al adicto débil y frágil frente a la compra.
    Los especialistas estiman que una persona que sufre de oniomania tarda 10 años en acudir a una terapia. Cuando el consumo se transforma en una adicción, puede provocar dificultad para respirar, mareos, sudoración y ataques de ansiedad si la persona, por alguna razón, no consigue comprar.
    El consumo se ha convertido en un arma indispensable frente al otro, es un elemento de significación social. Se necesita comprar para ser mejor, más admirado, para en definitiva: ser alguien. La felicidad depende de lo que se compra y ser envidiado es tener el éxito casi asegurado.
    El consumo excesivo es algo que nos puede suceder a todos y del cual nadie está libre ya que la cultura y la presión social son enormes. Si se detecta algún rasgo de esta adicción es necesaria la atención por parte de un especialista, aunque muchos aseguran que el reto fundamental se encuentra en el control y no hacer del consumo un fin sino un medio.

 Fuentes consultadas

Gabriela Bachini

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