viernes, 7 de septiembre de 2012

Deseo incontrolable


En las siguientes líneas nos proponemos conocer más de cerca y, por qué no, desmitificar una de las adicciones que la sociedad considera como más oscuras: la adicción al sexo, también conocida como hipersexualidad.

Para comenzar, la Organización Mundial de la Salud define a una adicción como una enfermedad psicoemocional y física, la que por lo general gira en torno a una sustancia, una relación o una práctica.

En este caso estamos frente a la adicción a una práctica, pero, ¿de cuál hablamos? El portal web Wikipedia.com define a una relación sexual como “el conjunto de comportamientos eróticos que realizan dos o más seres”. En lo que nos interesa centrarnos es en la práctica sexual humana.

Si bien a lo largo de la historia muchas investigaciones han vinculado la adicción al sexo con el género masculino, se ha comprobado que no se trata nada más que de un mito: muchas veces la búsqueda constante del coito es una forma que la persona, sea cual sea su sexo, encuentra para canalizar sus frustraciones debido a la insatisfacción con las relaciones que mantiene con su entorno, las que muchas veces son insanas.

Ahora bien nos preguntamos ¿cuáles son los síntomas de esta adicción? Debemos establecer que la línea que divide una vida sexual activa de la hipersexualidad es muy delgada: la diferencia radica en que aquel que posee una vida sexualmente activa está satisfecho consigo mismo, mientras que el adicto, no. Es por ello que podemos enunciar como los mayores síntomas de la adicción a la prácticas sexuales son la recurrencia abusiva a la masturbación, estadios de profunda soledad y las repetidas citas con claros fines sexuales, entre otros. Cuando estos síntomas comienzan a formar parte del día a día del individuo, podemos decir que se trata de un adicto.

Los mismos van de la mano con problemas en cuanto al reracionamiento y la comunicación con quienes le rodean, como así también la persona puede sufrir cambios anímicos repentinos. Es por ello que frente a un caso de hipersexualidad, quienes suelen sufrir más son los familiares directos al adicto, tratándose mayoritariamente de esposos, esposas e hijos. La problemática hace que la relación se tensione cada vez más, comenzando a reinar al desconfianza: la persona no es capaz de controlar ni sus actos ni sus pensamientos.

Como se da con el resto de las adicciones, quien posee esta patología incontrolable, buscará constantemente mayores estímulos, haciendo que la depresión, este caso post-coito, sea cada vez mayor.

Para hacernos idea de cómo afecta cuantitativamente esta enfermedad a nivel global, el sitio web suite101.net expresa que los sexólogos estipulan que es padecida por un 6% de la población mundial, “pero considerando que ese 6% se traduce en 18 millones de personas en Estados Unidos, cerca de 3 en España, 2´5 en Argentina o 7 en México, el problema no parece tan menor”.

El proceso de superación de la enfermad es muy similar al de otras adicciones: se comienza con la aceptación y la concientización del propio afectado de que está frente a un problema real y al cual hay debe superar. El que este proceso llegue a buen puerto o no, depende en gran medida del grado de voluntad que el adicto presente.

Para la superación total de la hipersexualidad existen también grupos de ayuda. En el caso de América Latina, la organización con mayor reconocimiento es “Sexólicos Anónimos”.

Como vemos, se trata de una patología tan común como el resto. Pero, ¿no cree usted que debe haber algún que otro adicto al sexo más de los que creemos? Por suerte, todo aquel que desee salir está a tiempo: la recuperación puede comenzar hoy mismo.




                                                       Fuentes consultadas.


JOAQUÍN GIRIBALDI.

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