lunes, 15 de octubre de 2012

DEL INTERIOR A LA CAPITAL


Montevideo recibe cada año una nueva generación de jóvenes uruguayos que emigran desde sus ciudades natales para continuar sus estudios, más precisamente comenzar la Universidad.
Esto es un cambio importante en la vida de cada uno de ellos, desprenderse de su familia, de sus amigos, costumbres, su ciudad, pero sobre todo enfrentar una nueva vida. Una rutina diferente, en una ciudad muy distinta a la que ellos provienen. Generalmente estos factores influyen y hacen un poco complicada la adaptación a esa nueva etapa.
Los hogares estudiantiles son un fenómeno impactante si lo relacionamos con ese tema, desde hace ya varios años es cada vez más común la existencia y creación de los mismos. En Montevideo existen hoy en día muchos hogares de este tipo, también llamados “residencias estudiantiles” aunque la palabra hogar suena más cálida, mas familiar.
Diferentes empresas como ANTEL, CONAPROLE, fábricas textiles e incluso los propios departamentos (Tacuarembó, Colonia, San José, entre otros) cuentan con estos organismos que brindan un hospedaje a muchos estudiantes y además ofrecen otras cosas importantes para la vida de cada joven. Cada uno se regula a su manera, con sus respectivas autoridades, reglamentos, sanciones y beneficios al igual que varían los requisitos para ingresar y formar esa “mini comunidad”.
La experiencia de vivir en un hogar según afirman la mayoría de los jóvenes que han podido hacerlo, es realmente excepcional e inolvidable. Es un lugar donde se encuentra además de un techo y comida, una contención afectiva muy importante, encuentran quizá un cariño o un apoyo que en su familia se ausentaba. El modo de vida cambia totalmente, pasar de un núcleo familiar estándar, a vivir con 30 personas o incluso más, es algo que de lo que inevitablemente se aprende, y mucho. Los vínculos que se forman son muy fuertes, de esas experiencias nacen relaciones únicas, parejas, amistades para toda la vida, y sobre todo recuerdos y anécdotas imborrables.
Como estudiante y perteneciente de un hogar que soy, puedo asegurar que es una de las mejores cosas que puede experimentar cualquier adolescente que se encuentre en la misma situación. En un proceso difícil para cada uno de nosotros, encontrar un grupo de personas con diferentes costumbres, maneras de pensar, distintas filosofías de vida, es algo muy raro y a la vez impresionante. Llegar a sentirse parte de una familia, contar con ese afecto tan especial, vivir esos momentos únicos, que son propios de la edad también, es una experiencia adecuada para vivirla en esta etapa, en el momento en el que intentamos dar el paso a la adultez. Y enfrentar ese cambio que a veces se nos hace tan difícil, dejar el pasado atrás para poder asumir el presente y mirar el futuro con optimismo.

Sonia Villa

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